Más distorsionado aún y ahora con casi nulas posibilidades de búsqueda o de encuentro consigo mismo, el mexicano se desvanece ante el panorama de la cultura “institucionalizada” que le ha tocado padecer: la televisión, el catolicismo y (en el fondo) el PRI.
En esta entrevista <http://semanal.milenio.com/node/1012> Heriberto Yépez nos anuncia su versión del mexicano, el mexicano moderno, el mexicano contemporáneo, pero no creamos que se trata de una visión mejorada del mexicano, es una visión contemporánea del mexicano en proceso de degradación, en autodegeneración.
Una visión de este tiempo, tal como la tuvieron en su momento, de su propio tiempo, Samuel Ramos, con su libro El perfil del hombre y la cultura en México y Octavio Paz con El laberinto de la soledad y Posdata. Vuelta a El laberinto de la soledad, por hablar de los textos que conozco y que fueron representativos de este tema, sin mencionar a otros autores que se cita en la entrevista como Jorge Portilla y Roger Bartra, recordaremos el escándalo a escondidas que se armó en torno al abierto uso del lenguaje que Paz se “atrevió” a utilizar, y que, aunque lo haya fundamentado, no faltó quiénes desde el púlpito, la tribuna o el escritorio frente al pizarrón buscaban, sin hallar, cómo eufemizar la palabrota chingar en todas sus variantes, palabra centro, palabra guía del capítulo “Los hijos de la Malinche” del Laberinto de Paz.
Ahora veo venir una obra esbozada desde la periferia, desde el no-centro, una visión que tal vez haga falta para el análisis del mexicano que todos llevamos dentro, aunque, por supuesto, algunos ya lo hayamos mandado a la chingada pero el muy cabrón quiere volver porque es muy chingón.
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